Guillermo Blanco
Un 27 de Febrero, como hoy, pero del 2000, se nos fue el
“Maestro” que decir de Eduardo Copello, que se inicio en el Turismo con un
Gordini, de la mano de su amigo Oreste Berta,.que en 1967 irrumpió en el Turismo
Carretera, donde obtuvo 20 competencias.
Una de ellas fue el Gran Premio de 1967, el año en el cual se consagró campeón logrando el primer título para Torino. Que ganó los campeonatos de Mecánica Argentina Fórmula 1 (con un Cooper-Tornado)
en 1968 -esa temporada también fue subcampeón de TC- y de Sport Prototipo (Liebre II B) al año siguiente.
Una de ellas fue el Gran Premio de 1967, el año en el cual se consagró campeón logrando el primer título para Torino. Que ganó los campeonatos de Mecánica Argentina Fórmula 1 (con un Cooper-Tornado)
en 1968 -esa temporada también fue subcampeón de TC- y de Sport Prototipo (Liebre II B) al año siguiente.
Que en 1969 participó del recordado
equipo argentino que corrió las 84 horas de Nurburgring, en Alemania. Que el
“Maestro” compartió la conducción del Torino que llegó al final con Oscar
Mauricio Franco y Alberto Rodriguez Larreta (Larry), que supo correr en Rally,
hay tanto para contar, como cuando se presento con aquel “Ratón Escandaloso” un
Gordini con el que humillo a los TC, por eso para recordar su despedida, que
mejor de cómo lo despidió,
CARLOS ALBERTO PAIRETTI:
Sentí en el alma la muerte de Eduardo Copello. El Maestro
fue un gran ejemplo de piloto y de tipo, que dejó recuerdos imborrables en la
memoria de quienes amamos el automovilismo. Claro que también fue mi gran rival
en el Turismo Carretera de fines de los años 60.Me acuerdo que apareció con un
increíble Gordini 1093 en el 66, y con un manejo excepcional hasta anduvo una
vuelta en punta.
Después llegó con la famosa CGT (Copello, Gradassi, Ternengo)
con los Torino. Y ahí empezaron a ganar todo. Por eso yo tuve que dejar el
Barracuda, con el que corría, y armar otro auto para poder ganarles: así surgió
el Trueno Naranja.Pero para contarle a la gente quién era Copello basta una
anécdota. El 7 de diciembre de 1968 el Maestro y yo llegamos iguales a la
última carrera que definía el título del TC. Eran dos series de 250 kilómetros
cada una en el Autódromo. El que ganaba sería campeón. En la primera serie nos
jugamos todo, nos pasamos varias veces y al final gané yo. La segunda serie era
a todo o nada. Yo estaba nervioso cuando llegamos a la largada. Paré el Trueno
Naranja y Eduardo se detuvo a mi lado con la Liebre Tres.
Entonces ocurrió lo increíble: bajó de su auto, se acercó y me dijo: Corré tranquilo, Carlitos, que ya sos campeón; yo tengo el motor medio fundido. Así fue. Copello abandonó enseguida y yo fui campeón. ¿Alguien puede imaginar en estas épocas de egoísmo un gesto de caballerosidad semejante? Imposible. El, que estaba a punto de perder todo, me tranquilizó antes de largar. Fue un hombre divertido, de muy buen carácter y amante de la noche. Y como piloto, nos habremos pasado miles de veces y jamás nos rozamos.
Entonces ocurrió lo increíble: bajó de su auto, se acercó y me dijo: Corré tranquilo, Carlitos, que ya sos campeón; yo tengo el motor medio fundido. Así fue. Copello abandonó enseguida y yo fui campeón. ¿Alguien puede imaginar en estas épocas de egoísmo un gesto de caballerosidad semejante? Imposible. El, que estaba a punto de perder todo, me tranquilizó antes de largar. Fue un hombre divertido, de muy buen carácter y amante de la noche. Y como piloto, nos habremos pasado miles de veces y jamás nos rozamos.
Por todo eso Eduardo Copello fue "El Maestro".
Un Maestro de verdad.
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