Miguel Ángel Giordano
Vecino, amigo de todos y un gran tipo. Su bonhomía y su gran
capacidad como mecánico y como “As” del volante, no tuvieron la magnitud que se
merecía y que se merece.
Lo recuerdo, arreglando su “Forcito” en la puerta de su
casa, ahí, en la calle Vera, casi pegada a las vías del ferrocarril San Martín.