La historia del
automovilismo es clara: El duelo de las 2 tradicionales marcas norteamericanas
con las cupecitas desde la aparición del TC a fines de los ´30; la lucha
Gálvez-Fangio como emblema de la disputa en los ´40; la confirmación de Fangio
como leyenda mundial, más la consolidación del TC en la ruta con dominio de los
Hermanos Gálvez en los ´50, generaron una base fortísima de la predilección del
automovilismo en el gusto del argentino medio.
En
los ´60 llegaron los autos compactos que modernizaron el TC, el Turismo
Mejorado recreó el enfrentamiento entre autos de “calle”; en los ´70 las
temporadas internacionales nos acercaron al mundo… el automovilismo se
solidificó como disciplina deportiva en el país. Lo que siguió es más reciente:
el TC a los autódromos, la enorme atracción que produjo Reutemann en F-1, la
irrupción del TC 2000 con autos medianos y modernos, la televisación…y a partir
de éste último hecho, se fue pergeñando una manera diferente de presentar las
carreras, que pasaron a ser un “producto comercial” …
Hasta
hace poco tiempo se decía que el automovilismo era el 2º deporte en el gusto y
seguimiento de los argentinos, después del futbol. Hoy, ¿nos animaríamos a
ratificarlo? Yo, al menos, no.
Me
da la sensación, respaldado por números de asistentes a los autódromos y el
rating televisivo, que en estos últimos años el automovilismo mantiene mucha
actividad, pero perdió el encanto, dejó de enamorar! si es así, la pregunta
sería:¿porqué?
Para
fundamentar ésta hipótesis tengo muchísimas conjeturas pero ningún argumento
será excluyente, y muy probablemente el resultado esté en la suma de todos
ellos y de otros más… Decía antes que la televisión pasó a mostrar las carreras
como un producto de marketing y sus responsables se esmeraron en armar un show.
Así se fue perdiendo la esencia de las carreras, relegada para priorizar la
“presentación” de ese espectáculo. Se piensa más en la puesta en escena que en
la competencia en sí misma; en cómo colocar los carteles publicitarios y a las
promotoras que en la legítima lucha entre los pilotos, y todo eso fue
desnaturalizando la competencia propiamente dicha…
Citaré
solo algunos de los muchos puntos en cuestión: Empiezo por el TC que tiene un
campeonato con cambios reglamentarios constantes que le quita seriedad; una
comisión directiva que aprieta a los pilotos para que no hagan declaraciones
altisonantes; costos infernales que solo algunas “trampitas” impositivas
permiten que tantos pilotos continúen corriendo; volantes que dicen en privado
lo que no se animan a manifestar en público, “lucha de marcas” ficticias,
porque ni los Ford son Ford, ni los Chevrolet son Chevrolet…
…El
STC 2000! le cambió de nombre a lo más importante que había logrado: su propia
identidad después de 20 años (de llamarse TC 2000 pasó a STC 2000 rompiendo las
estadísticas, etc..), sostiene un duelo de marcas simulado porque los motores
son los mismos para todos por igual; se sostiene con equipos oficiales que le
dan un perfil diferenciador, pero que entre otros aspectos, prohíben a sus
pilotos hacer comentarios críticos… no hablemos del Top Race que está dando
estertores que ojalá no sean finales, pero la crisis económica que padece es
tan grande que resulta difícil creer que pueda enderezar su curso… El rally,
otra que pretende hacer creer una disputa de marcas que no es tal, que arma
Parques de Asistencia muy prolijos, pero que no ve nadie porque va muy poco
público; que pide dinero exorbitante, que tiene un calendario pobre que impide
la planificación... Recordemos además que mayoritariamente, hoy las carreras
son solventadas por los gobiernos provinciales, entonces, todo tiene “tufillo
político”... algunos relatores de televisión (que me perdonen mis colegas..)
parecen vendedores de feria, gritando y exagerando todo, como si el público no
percibiera esa sobreactuación…
Si
tuviera que destacar una categoría, el Turismo Nacional es hoy la que
deportivamente mejor parada está, pero el cambio de canal de televisión para
recibir “las mieles” del dinero del “Automovilismo para Todos” la perjudicó y
no supera 2 puntos de rating, es decir, nada…
Todas
tienen un denominador común: la ausencia de ídolos. Hay excelentes pilotos pero
ninguna gran figura. Los ídolos que perduran no se fabrican, no surgen de la
idea edulcorada de un productor artístico. Ortelli, Fontana, “Pechito” López
por citar algunos de los mejores, pueden caminar tranquilos por un shopping que
los reconocerá poca gente, y la culpa no es de ellos… son brillantes
conductores, pero no tienen el perfil, el carisma, el “angel” de Luis Di Palma
o de J. M. Traverso por citar dos casos… pero también es cierto que tanto Luis
como Juan María eran polémicos, discutidores, enfrentaban el poder porque
tenían el “poder” de sus trayectorias y sus pergaminos, y lo hacían valer… hoy,
salvo Matías Rossi hasta cierto punto, nadie se anima a levantar la voz… Esto
ni siquiera es una crítica; es una característica de ésta época, en la que si
se quiere comer torta, hay que aplaudir y no enojar al dueño de esa torta… y
así, es difícil que un piloto se haga en popular, salvo que sume el talento de
Fangio, Senna y Schumacher todos juntos…!
Todos
se creyeron lo del “profesionalismo” y perdieron el espíritu amateur mínimo
imprescindible para mantener la pasión; se le debe devolver al automovilismo la
esencia de competitividad legítima, auténtica, creíble, sin tanto verso ni
repetidas frases hechas… ese espíritu que aún se vive en los zonales, donde el
piloto durante la semana prepara su propio auto y al día siguiente a las 8 de
la mañana, abre su negocio para comenzar su trabajo cotidiano…
En
definitiva, creo que hay que regresar a las fuentes: que la gente vuelva a
creer que las carreras son carreras y no meros negocios que miramos por TV!!!
Raúl Barceló – Desde Boxes
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